Pier
Paolo Pasolini (Bologna 1922-Roma 1975) es uno de los más grandes
escritores italianos del siglo XX; se dedicó también al cine. Desde
la literatura más íntima hasta el cine más popular, Pasolini
siempre ha sido firmemente poeta con una clara huella de lo real y de
lo cotidiano.
“...En
general mi vida social depende exclusivamente de lo que es la gente.
Digo “gente” con conocimiento de causa, refiriéndome a lo que es
la sociedad, el pueblo, la masa, en el momento en que entra
existencialmente (y acaso sólo visualmente) en contacto conmigo. Es
de esta experiencia existencial, directa, concreta, dramática,
corpórea, de la que nacen en el fondo todos mis discursos
ideológicos...”
Con
su compromiso político, civil y artístico Pasolini tuvo como
objetivo principal el de denunciar y contrastar la homologación
cultural y el cambio antropológico de los italianos. El detectó
dramáticamente estos dos aspectos en el consumismo exasperado, en el
condicionamiento llevado a cabo por los medios de comunicación de
masas, en las condiciones del subproletariado urbano.
“Tal
compromiso provocó, ante todo, una difusa hostilidad hacia él, la
cual reveló también el obscurantismo de aquellos que siempre
intentaron obstaculizarle.”
“...Me
han detenido, procesado, perseguido, linchado durante casi dos
décadas. Todo eso un joven no puede saberlo... Puede que yo haya
tenido la suficiente dignidad como para esconder la angustia de uno
que durante años y años esperaba cada día la llegada de una
citación del tribunal, y mirar a los quioscos con el pánico de leer
en los periódicos atroces noticias escandalosas acerca de su
persona...”
A
pasar de eso, el poeta “intensificó progresivamente sus
intervenciones, imprimiendo más incisividad a unos blancos cada vez
más terriblemente concretos, y engrosando tanto las filas de sus
amigos (aquellos movimientos políticos y culturales que sintieron la
necesidad de su presencia: todos los que han querido dialogar con él
más allá de polémicas desviadas o incluso de diferencias de fondo)
como las de los enemigos (los depositarios o los siervos de un poder
que primero le despreciaron como intelectual y homosexual,
confinándole al limbo, y después, viendo que el esfuerzo de
encerrarlo en un gueto resultaba inútil, decidieron mostrarle sus
dientes).
“Siempre
he pagado, y he ido desesperadamente hasta el final en todo. He
cometido muchos errores, pero desde luego no tengo remordimientos”.
Y ello porque, según escribe en un poema de 1969: “De nuestra vida
soy insaciable / porque algo único en el mundo jamás puede
agotarse”.
“Pasolini
ha sido definido muchas veces como ‘un testigo provocador’, pero
la sublime maldición no fue dictada ni por un narcisismo del poeta,
ni por el estro publicitario de un editor: en esta especie de eslogan
había una verdad instintiva, inmediata, casi epidérmica, pero
profunda e implacable […].
En las dos palabras ‘testigo provocador’ hay, para empezar, un elemento-clave que ilumina, no ya la personalidad de Pasolini sino, esencialmente, su fundamental relación con la colectividad, a la que le sigue la grabación ‘en caliente’ de una sensación rápida, todavía por codificar, que es justamente lo ‘provocador’. Sobre un individuo en cierto modo ‘público’ a menudo se arriesgan legítimos pronósticos, y la carrera para adivinar con antelación sus pensamientos y sus reacciones frente a ésto o aquello puede resultar incluso poco vivaz. En el caso de Pasolini –osaríamos decir sólo en su caso- este juego no empezaba; con él no. Ha sido justamente esta característica suya la que le ha hecho conquistar sobre el terreno el adjetivo ‘provocador’, un juicio obtuso pero sincero, y desarmante en el sentido de que cada uno puede leerlo, en positivo o en negativo, según su perspectiva, pero en cualquier caso sin conseguir asirlo nunca verdaderamente.
En las dos palabras ‘testigo provocador’ hay, para empezar, un elemento-clave que ilumina, no ya la personalidad de Pasolini sino, esencialmente, su fundamental relación con la colectividad, a la que le sigue la grabación ‘en caliente’ de una sensación rápida, todavía por codificar, que es justamente lo ‘provocador’. Sobre un individuo en cierto modo ‘público’ a menudo se arriesgan legítimos pronósticos, y la carrera para adivinar con antelación sus pensamientos y sus reacciones frente a ésto o aquello puede resultar incluso poco vivaz. En el caso de Pasolini –osaríamos decir sólo en su caso- este juego no empezaba; con él no. Ha sido justamente esta característica suya la que le ha hecho conquistar sobre el terreno el adjetivo ‘provocador’, un juicio obtuso pero sincero, y desarmante en el sentido de que cada uno puede leerlo, en positivo o en negativo, según su perspectiva, pero en cualquier caso sin conseguir asirlo nunca verdaderamente.
Este
hombre, este artista, fue asesinado en la noche entre el 1 y el 2 de
Noviembre de 1975. “Pier Paolo Pasolini ha dejado de existir, y
desde entonces, en los discursos de los amigos, en los de los
enemigos y en los de los amigos-enemigos, siempre se le ha echado
gravemente en falta, y ello sin mencionar lo mucho que su
personalidad esté ausente en el epitafio ingrato ofrecido por este
delito, y en el recuerdo demasiado enturbiado y controvertido de los
últimos dramáticos momentos de su vida, recogidos por los apiadados
ojos y orejas de quien estaba, y de quien no estaba, de quien podía
o de quien no quería estar. El cadáver de Pasolini ha sido devorado
por nuestra sociedad y por nuestro tiempo: es ésta la nemesis que,
como por una agotable regla narrativa, cierra el apólogo.
Las
siguientes palabras explican su increíble actitud y confianza en la
cultura y en el proceso humanizador que cada hombre puede alcanzar a
partir de su voluntad:
“En
toda mi vida jamás he ejercido una acción violenta, ni física, ni
moral. No porque yo soy un fanático de la no-violencia. La cual, si
es una forma de autocostrucción ideológica, también es violencia.
Nunca he ejercido en mi vida violencia alguna, ni física ni moral,
simplemente porque he confiado en mi naturaleza, es decir en mi
cultura...”
En
conclusión ponemos un extracto de un entrevista a Pasolini en la
cual el reflexiona sobre la brutalidad y los peligros de la
homologación. Con referencia a eso podemos comprender la genialidad
y la la capacidad de previsión de este hombre, que así rápidamente
se da cuenta del cambio repentino que estaba pasando en la sociedad
de los consumos durante el boom económico post-guerra. Impresionante
es la capacidad de este autor de trasmitir conceptos relevantes a
través de palabras simples y, al mismo tiempo, llenas de
sentimientos.
En
este otro video, tercera parte de un documental sobre el escritor que
se encuentra subtitulados en youtube, Pasolini nos advierte de la
presencia incontrastable del poder y de la fuerza de l'ideologia
consumista, mas fuerte y dominante que las religiones, que con su
acción sutil ya ha destrozado los valores de las nuevas generaciones
y no solo. Ademas,como el expresa claramente, nos podemos salvar solo
a través de la cultura y de la cocientizaccion. Eso, como el
denuncia, mas que un derecho es un privilegio dado a pocos.
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