Hoy es el Día Internacional de la Lucha
contra el Sida. Un día para reivindicar mayores esfuerzos contra esta cruel
enfermedad, para reflexionar sobre lo que no hacemos bien, denunciar a los
Gobiernos que no se implican lo suficiente, o simplemente para recordar a
nuestros fallecidos.
Aunque todavía siguen existiendo reductos
conservadores que defienden la abstinencia sexual como forma de evitar su
contagio, algo hemos avanzado. Pero no conviene bajar la guardia. Ni se debe
dar un paso atrás en esta difícil lucha.
Hay que
continuar con el apoyo a las víctimas, apoyo que debe ir dirigido no solo a su
atención sanitaria, también a la social (se ven sometidos a la exclusión de la
sociedad, los vemos como si fueran bichos raros, pero son personas tan dignas y
respetables como cualquier otra), e incluso a la cultural o económica. Y no
podemos, no debemos, quedarnos solo en la atención de los más próximos, tenemos
que alzar nuestra mirada y dirigirla a la tremenda e injusta situación que se
vive especialmente en África, el sureste asiático, parte del Caribe y los
países del este europeo, entre otros. En África cada día más de 8.000 personas
mueren de sida. Cada hora, cerca de 600 personas se infectan, y cada minuto un
niño muere a causa del virus. En África, la irresponsable actuación de las
industrias farmacéuticas impide que los medicamentos genéricos que existen se
puedan repartir al resultar mucho más baratos. Esto no es más que una forma de
crimen colectivo encubierto que debemos denunciar considerablemente. Tampoco
ayuda la actitud de ciertos sectores de la Iglesia católica empeñados en hacer
campañas irresponsables contra el uso del preservativo. No podemos seguir
mirando hacia otro lado, siendo cómplices de esta situación. Luchemos por que
se haga justicia.
Un año más, el1 de diciembre será otro día de
lucha contra el sida, y nuevamente el lazo rojo lucirá en nuestro ropaje,
aunque no debemos quedarnos solo en eso.
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